(Hotel Bellevue, París)
Junio 1907
Después de pasarlo muy mal en el canal -Elvira se mareó mucho-, aquí estoy en París-ya siento el ambiente distinto. Y qué triste estoy al haber dejado atrás tan buenos y cariñosos amigos. Tú, querida Sybil, eres persona más amable y dulce que uno se puede imaginar y nunca olvidaré las atenciones que tuviste con nosotros ni tu infinita paciencia.
¡Amo tu país casi más que el mío! Ojalá lo hubiera conocido antes para aprender el idioma; así habría apreciado toda la perfección, encanto y refinamiento de tu idioma; pero ahora es demasiado tarde, y tengo que contentarme con oír las palabras en mi propia lengua y leer en tus ojos lo que dirías en la tuya.
Beso tus manos como los de una reina de la amabilidad y la consideración y las tomo afectuosamente como las de mi más querida y devota amiga.
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