(Torre del Lago)
4 enero 1909
Sigo inmerso en la mayor infelicidad. Si supieras las cosas que mi esposa ha estado haciendo y cómo ha estado espiándome. Es una tremenda tortura y estoy pasando los días más tristes de toda mi vida. Me gustaría contártelo todo, pero no quiero torturarme más. Basta con que te diga que no quiero vivir más. Desde luego, no con ella. Irme lejos y comenzar una nueva vida; respirar el aire libremente y librarme de esta prisión que me está matando... Elvira sigue hablando de marcharse, pero no se va. No me importaría quedarme solo aquí; podría trabajar y cazar; pero si me voy, ¿a dónde me voy? ¿Y cómo pasaría el tiempo, yo, que me he acostumbrado a las comodidades de mi casa? En resumen, ¡mi vida es un martirio! Estoy trabajando, sí, pero no como desearía.
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